LA CIRCULARIDAD SOCIAL (I); ¿Podría nuestro cuerpo transformarse en un instrumento político?"
Jorge Bozo M
RESUMEN
Las ideas que a continuación se expresan forman parte de lo que podrían llamarse las Teorías de Rango Medio, que responden a especulaciones, deducciones o postulados mediante algunos razonamiento posibles, pero cercana a una perspectiva axiomatica del fenómeno, hipótesis que no se encuentran científicamente comprobadas mas que en la practica cotidiana de quien suscribe. Por tanto no pretenden ser más que eso, es decir, un acercamiento a algunas experiencias de vida que no pretenden llegar en ningún caso ser una teoría.
Esto último tampoco podría ser posible ya que la temática que se aborda - cual es la del comportamiento de la corporalidad de los sujetos en grupo - no es un tema que la sociología se haya encargado de tratar con profundidad, mas bien ha sido producto del trabajo que - precariamente - han desarrollado la antropología y la psicología social y algunos estudios culturales.
PALABRAS CLAVE: Circularidad Social, Memoria Socio Corporal
Introducción
Entramos entonces en el terreno de la microsociología intentando descubrir desde ahí ciertos comportamientos grupales que ocurren en nuestras ciudades modernas y cómo los sujetos que componen estos grupos se adaptan con sus propios cuerpos a este contexto urbano. Por tanto nuestra pregunta se transforma en un cuestionamiento de indagación más bien práctico y que transcurre desde la simple observación social de la que somos capaces todos quienes habitamos las ciudades. Se incluye además en estas ideas, la trayectoria experiencia y sistematización en el trabajo teatral y corporal, así como en el trabajo de Animación Sociocultural por parte de quien suscribe. Así, nuestra pregunta para el siguiente ensayo es la siguiente: ¿Pueden nuestras expresiones corporales individuales transformarse en un discurso político que repercuta e incida en el establecimiento de un Estado Democrático?
Los comportamientos del cuerpo humano y su relación con los
espacios material y social son un desafío intelectual y práctico que lo han ido
adoptando algunas ciencias sociales y artísticas. Pero quienes
principalmente han desarrollado y aplicado sus significantes han sido las culturas con origen milenario las cuales a través de su búsqueda y a lo largo
de la historia han dejado un legado muy importante para ser analizado y
practicado en el presente.
El uso y estudio del cuerpo sus posibilidades sus herramientas instintivas y cognitivas respecto de los distintos sujetos y objetos ubicados en el espacio urbano muchas veces se manifiesta en una forma desconocida y descontrolada de la cual no tenemos suficiente conciencia. Somos sujetos que habitamos en sociedades modernas esquematizadas y funcionales, sujetos profundamente atomizados en una visión racional del mundo que más bien coloca los sentidos de vida en el desarrollo mental y no en las capacidades interaccionales de los otros ejes que poseemos como seres humanos; lo espiritual y también lo corporal.
Esta visión y sentido que poseemos los sujetos contemporáneos en relación a nuestro entorno se puede apreciar - al mismo tiempo por cualquiera de nosotros - si desarrollamos una sencilla técnica de observación callejera. Por ejemplo, si nos quedamos quietos en algún lugar o espacio de la ciudad en donde fluya o se desplace un determinado grupo de personas, caminando y luego miráramos cómo se sitúan o cómo se comunican no solo entre ellos, sino también en medio de su entorno físico, el trato que hacen con los elementos que los rodean, calles, edificios, vehículos, árboles, etc., nos encontraríamos con personas que en su acción frente a estos objetos se desarrolla generalmente en forma indiferente y confrontacional.
Los sujetos se defienden ante estos objetos que se le presentan, duros, inflexibles, descoloridos, inmutables, inertes, en resumen, sin vida. Si continuamos observando en una calle céntrica también veremos a los sujetos compuestos por unos cuerpos que aunque se desplacen aparentemente con vida, parecen ser parte amalgamada de la estructura física de la ciudad. Este es solo un ejemplo que marca la diferencia entre nosotros y aquellas generaciones tradicionales que poseían un contacto con su entorno radicalmente distinto al nuestro.
Nos manifestamos entre las personas, y cuando lo hacemos es en forma de clasificación y discriminación, es decir, aceptamos discriminando y clasificando. De este modo cuando alguien se nos acerca lo permitimos sólo cuando compartimos con ese otro; talla, peso, color, tipo de vestuario, educación, forma de hablar, un lenguaje común, en definitiva un tipo de interés que nos sitúa mutua y mensurablemente en un espacio cultural determinado. No es lo mismo establecer dialogo con un indígena Náhuac y todos sus atuendos, que hacerlo con alguien que vive en la ciudad capital. Tampoco es lo mismo entrar en dialogo con facilidad cuando el intento de relación se desarrolla entre dos personas de la ciudad, que aunque vivan en el mismo barrio, o se vean todos los días camino al trabajo, no han tenido el acceso a perder el temor de acercarse para entrar en aquel dialogo. Un ejemplo clarificador es un ascensor y las personas que van dentro.
Circularidad Social
Quiero comenzar a incluir aquí el concepto de Circularidad Social, entendiéndolo como aquella capacidad irracional del comportamiento corporal que ocurre principalmente en el urbano, circularidad vinculada directamente con la acción social de los sujetos.
Un circulo, y sobre todo muchos círculos unidos, proponen inconclusos, incertidumbres y subjetividades, líneas sin una proyección definida ni en sus principios ni en sus finales. Si llevamos este ejemplo a la acción de los sujetos imaginando que la comunicación o la interacción social - como se manifiesta en nuestras sociedades en la actualidad - son líneas claras y conocidas por todos, es decir, normas claras, funciones y roles entendidos y aceptados por todos. Las circularidades sociales, por el contrario serían aquellos desencuentros normativos, es decir, todo aquello que niega nuestra moral y nuestra ley colocando límites entre unos y otros. Gran parte de lo que está fuera de estas normas sería parte de esta "irracionalidad social o circularidad de la acción social.
Lo que observaríamos en una de estas acciones de circularidad en la acción de los sujetos es el principio del entendimiento, aquello que motiva el dialogo entre dos, cual es, la curiosidad de acercarse entre unos y otros; es el momento del caos inicial. Yo veo a muchas personas todos los días, pero a ninguno lo conozco mayormente, simplemente lo ubico o no lo he visto en mi vida. El caos - para este caso - se define como el desconocimiento que puedo tener de aquel otro que sé que está y hace lo mismo en lugares muy cercanos de la ciudad y con el cual nunca me he relacionado.
Ahora bien, cuando logro verlo y saber que existe me encuentro entre la desconfianza y la curiosidad como dispositivo instintivo de relación. Ocurre entonces una de las tantas maravillas que ha acompañado al ser humano a través de su historia, esto es, mientras mas diferentes somos, mas incierto y atractivo resulta el encuentro entre dos.
La lógica de la acción racional diría que no existe una idea dialógica en esta interrelación. Pero aún así, por algún desconocido motivo las personas a partir de un primer encuentro y sin pensar demasiado en un futuro, han logrado la comunicación y entendimiento no solo a través de la palabra, sino a través de una multiplicidad de lenguajes, entre otros, los lenguajes corporales que se transforman en formas iniciales de contacto y presentación. Este es el primer momento en el cual afloran y se definen las circularidades sociales del comportamiento corporal y que se relacionan directamente con la acción social.
Si volvemos a nuestro ejemplo callejero y seguimos observando, veremos que en general la gestualidad de una persona enfrentada a otra en cualquier tipo de encuentro cotidiano, no se distingue demasiado de otra; movemos más o menos iguales nuestras manos, hablamos por cierto un mismo idioma, el volumen de la voz y hasta nuestras tonalidades no son tan distintas, y en otro plano, nuestras imágenes hacia los demás también tienden comúnmente al homogeneidad, es decir, mientras más me parezco al otro, menos cuestionado me parece estar y es mas fácil el acceso y el "entendimiento".
Permítaseme contrariar - o más bien complementar - aquella postura de orden y control con que la teoría general de la acción social nos ubica y nos modela universalmente, la cual dice que los comportamientos sociales tienen márgenes y limites conteniendo factores que se consideran que intervienen en esta acción entre las personas. Se trata de un enfoque que dice que una "situación" dada ejercería su influencia en la persona en dos sentidos; en primer lugar la persona en toda acción necesita alcanzar ciertos fines y para ello debe poseer ciertos medios (lenguaje, educación, normas, etc.), y luego en esta misma acción debiera superar las condiciones que constituyen obstáculos para lograr sus fines.
Esto resulta algo engorroso, pero en definitiva significa que toda acción social requiere por parte del sujeto una serie de recursos y herramientas normativas (de adaptación social) y principalmente racionales (aceptadas consuetudinariamente) para relacionarse con otros y que serían manifiestas en cada una de sus acciones. En definitiva el eje de las relaciones humanas - según esta teoría - estaría dada a nivel puramente racional. Veremos que solo en cierta medida esta postura es verdadera.
Cuando se manifiesta un desorden en la calle o en cualquier tipo de espacio público y además este desorden se transforma en una acción inesperada, o, dicho de otra manera, cuando lo cotidiano, lo funcional y mecánico del comportamiento de un grupo (compañeros de oficina, curso de alumnos, pasajeros de una micro, grupo de transeúntes, etc.) es sorprendido por un caos momentáneo que sale de la mecánica cotidiana y de la normativa social, implica necesariamente que la disposición inconsciente de una colectividad humana cambie. Aquí la racionalidad y la moralidad pasan a jugar un papel secundario. En forma automática la racionalidad desaparece por unos segundos.
Aunque parezca lógico, situaciones dadas como éstas nos suceden casi todos los días, pero no alcanzamos a notar los cambios que producen en nosotros aquellos hechos que menciono, más encima, cuando somos sus actores directos. Veamos por qué.
Si dos personajes estuvieran planificando en pleno espacio público un hurto callejero, cualquiera que lograra identificarlos minuciosamente diría que son dos personas conversando al igual que muchas otras y pueden ser identificadas y clasificadas por nosotros según su vestimenta o ciertos rasgos gestuales. Pero cuando ocurre el hecho - el hurto, una acción inesperada - hay un quiebre estructural del orden físico y social de aquellos cuerpos que estaban presentes y actuando como grupo de transeúntes cotidianamente; hubo una contracción, se transformó por un momento todo aquel microgrupo cotidiano y mecánico en uno distinto, muy atento y observador de la nueva acción en el porvenir, como un movimiento parecido al de un animal en estado de alerta actuando en forma instintiva. El grupo entero se transforma en otro que de manera rápida y sorpresiva cambia sus movimientos rutinarios. Posterior a esto, comienzan y se multiplican por unos momentos las conversaciones así como las preguntas y los comentarios entre los que hasta ese momento eran unos desconocidos. Comienza recién el lenguaje oral.
Ahora bien esta circularidad solo acontecería entre los más afectados, es decir, entre los que jugarían el rol de actores u observadores directos de esa escena callejera. Sus movimientos descontrolados sorprendidos por tal acción formarían parte de este desorden instintivo y animal fuera de control en donde por uno segundos se recurre en forma automática e inconsciente al instinto de salvación recreando movimientos de brusquedad y auto protección que están comúnmente adormecidos. Sus cuerpos por unos segundos no tuvieron el control y en forma colectiva funcionaron como en círculos inconclusos individual y colectivamente sin saber hacia ni donde enfocar; se espera que funcione el suitch del control mental quien debe decidir el accionar.
Cuando aún no hay respuesta racional funciona en forma automática nuestro recurso de autodefensa que nos predispone a estar atentos y preparados con "todos" nuestros sentidos a otra situación inesperada. Algo parecido ocurre frente a algunos acontecimientos naturales como los temblores o terremotos, pero de lo que estamos hablando acá es lo que provocan las situaciones mencionadas surgidas y producidas socialmente por grupos o individuos.
Por otra parte el funcionamiento corporal de aquellos que provocaron tal desorden, es decir nuestros imaginados ladrones, desarrollarían un movimiento a modo de coreografía, estrenado y ensayado previamente, aunque en el momento del clímax ha tenido ciertos rasgos de improvisación; aun así la diferencia con los demás actores es que estos movimientos estaban previamente preparados. Lo que pretendo decir es que quienes provocaron la situación de desorden no se encuentran en igualdad de condiciones que aquellos que sí fueron sorprendidos.
El lenguaje Oral
Otro rasgo interesante y desde un plano distinto de esta circularidad, son las manifestaciones del lenguaje. Por ejemplo, por algún motivo los significados y significantes de aquello que llamamos rumor, chisme o comidillo - todos proverbios populares-, se transforman en un mecanismo de comunicación tan efectivo y cómplice del movimiento corporal y social que ayuda a este quiebre o caos del inconsciente social incluso más allá de aquel momento y aquel grupo que compartió dicha acción. Este rasgo formaría parte del lenguaje oral o comunicación parlante que durante la historia comunicativa del hombre ha sido siempre posterior al lenguaje corporal.
El chisme es un instrumento lingüístico muy potente dentro de nuestra oralidad cotidiana que convierte espontáneamente al sujeto en un ente creativo participante e inventor de cuestiones que nunca sucedieron. El producto de estos modos de reacción que permanecen en las personas - susto, sorpresa, inquietud - producto de este tipo de situaciones, no desaparece en el lugar de los hechos, es decir en donde ocurrió dicha situación, sino que la acompañan en su recuerdo y en su cuerpo por varias horas y a veces por días. Esta mezcla de oralidades y de sensaciones corporales sufre algunas variaciones creativas (rumor) respecto de aquella fotografía momentánea e inicial de la cual fue parte.
Cuerpo sanación y memoria social
Lo que nos interesa mencionar es que estas emociones provenientes de situaciones sorpresivas no solo se quedan incrustadas por un cierto tiempo en nuestro aparato analítico, espiritual o lingüístico, también se elaboran y analizan con cierta posterioridad a nivel corporal y va a depender de la actitud emotiva que contenga la persona en el momento en que sucedió tal situación, el cómo y cuanto tiempo su cuerpo lo va a recordar. El cuerpo recuerda por que también posee cierta memoria.
Aquellos malestares o cansancios que manifiesta nuestro cuerpo al llegar a casa de noche resultan ser una incógnita que nos lleva a reflexionar a continuación acerca de una forma distinta de definir su origen.
Los dolores corporales no solo se manifiestan por causa de problemas físicos provocados por una mala maniobra corporal - según lo menciona la ciencia tradicional ligada al análisis empírico - o por problemas mentales - según la psiquiatría -; también ocurren por que nuestra corporalidad posee una memoria propia donde se vinculan en un solo cuerpo los aparatos cognitivo y sensorial.
Una forma de entender esta idea es realizando un nuevo ejercicio para descifrar este tipo de memoria. ¿Cómo se puede lograr? Recordando aquellos momentos de tensión emotiva y corporal a un mismo tiempo.
En forma individual y en una posición corporal cómoda que nos permita relajar los músculos se comienza recorriendo mentalmente nuestra historia reciente hasta llegar a momentos de nuestro pasado reciente que contengan situaciones emotivas y que tengan relación con algún desequilibrio corpóreo-emotivo. Se trata de volver atrás en una especie de retrospectiva fílmica en donde aparezcan como en una pantalla - al principio con cierta nubosidad - aquellos momentos de tensión muscular motivados por un conflicto emocional relacionando distintas sensaciones; tristeza, alegría, miedo o rabia y, que como condición a esto hayan sido situaciones de tensión, publicas en donde haya convergido un grupo de personas que hayan hecho reaccionar a nuestro cuerpo en forma inesperada.
La realización de este ejercicio de memoria requiere en primer lugar de un cierto nivel de concentración y en segundo lugar de un control básico del cuerpo, es decir, necesito tener conciencia y control de mi tiempo y lugar en el espacio, así como conciencia de ciertas cualidades de mis movimientos. Cuando el instrumento corporal y la capacidad de concentración han sido desarrollados en forma básica es posible operar con este instrumento de auto conocimiento. Para dar inicio a este auto aprendizaje se requiere nada mas que un espacio (lugar) y un tiempo (minutos) adecuados.
En este punto me detengo para hacer mención de nuestro cotidiano vivir y revisar los tiempos horarios que manejamos diariamente como sujetos productivos, nos daremos cuenta que nos parecemos más bien a unas maquinas productivas con nuestras sensaciones emotivas y nuestro espíritu muy limitados en su desarrollo, lo que nos lleva de inmediato a preguntamos en qué tiempo y lugar podemos aplicar dicha ejercitación. Bueno, eso forma parte del primer gran problema a resolver.
Un segundo problema que hay que mencionar es la existencia de algunos factores que no se deben dejar de lado y que son en definitiva los que provocan que ésta tarea sea aun más difícil. Conocerlos y tener conciencia de ellos también se transforma en un punto importante para nuestro conocimiento del comportamiento grupal.
El espacio físico en el cual me desenvuelvo día a día en la ciudad; mis inseguridades respecto de mis capacidades; el miedo y al mismo tiempo la desconfianza que me producen los otros; mi incapacidad de influir en el colectivo social ideológicamente, o sea mi participación social; la práctica de rituales con sentido, como el ejercicio comunitario (ciudadanía le llaman ahora), por ejemplo aquellas reuniones de amigos; la ilusa carrera hacia un éxito impuesto que finalmente resulta intangible, son todos factores que deben ser "conscientes y reconocidos" en el individuo al momento de iniciar este ejercicio de auto recorrido histórico. Se trata no solo de volver a una imagen en mi memoria, sino también revisar y ser consciente del cómo y donde me sitúo en relación a los demás.
Dolores corporales por efecto de lo social
Imaginemos ahora a una observadora de la misma situación "caótica" antes mencionada, aquel momento donde hubo una acción de hurto. Imaginemos que al anochecer su cuerpo - el de ella - libera ciertas tensiones musculares, incluso días después. Imaginemos que el recuerdo en su mente de ésta situación vivida también la acompañó y surgió en sus conversaciones más cercanas; familia, amigas, compañeros de trabajo, y que su relato en todos estos diálogos fue variando. A partir de este recorrido temporal el fenómeno de tensiones y dolores musculares que ella vivió debieron haber sucedido por dos factores.
Primero, el hurto la sorprendió mientras ella se encontraba en un estado emotivo - por ejemplo con sentimientos de tristeza - lo que a su vez no le permitía observar con claridad a su alrededor manteniendo en su desplazamiento, un caminar y un estar "sin ver", sin mirar hacia los demás, en definitiva, sin sentirse parte del paisaje humano. Esto sin duda le provocó una sorpresa y una impresión tan radical que su cuerpo que solo atinó a protegerse en el espacio material y social olvidándose en ese preciso momento de su aparato emotivo. El congelamiento de esa emoción ha provocado que ésta se incruste en algún lugar de su cuerpo aunque ella no se ha dado cuenta.
Haber tenido conciencia de los cuerpos, haber sabido y respetado su desplazamiento y su espacio social, penetrando con ciertos grados de profundidad en los ojos de los demás, sonriéndoles de vez en cuando, sabiendo que hay otros iguales a su alrededor sin los cuales no existiría, le hubiera permitido desarrollar cierta descripción consciente en su desplazamiento publico; dicho de otra manera, mirar a su entorno le hubiera permitido observar, percibir y sentir a esos "otros" que estaban ahí, sintiéndose parte de aquel grupo. Disfrutar de las características de los demás mientras caminara le hubiera permitido salir de su preocupación emotiva de tristeza o al menos haber podido mantenerla controlada.
Hago un paréntesis para aclarar algunas dudas al lector. La idea que hasta aquí se ha ido desarrollando se transforma en hipótesis puesto que cuando se describe imaginariamente una situación, se describe al mismo tiempo un personaje y una forma de actuar que se repite en la mayoría de los sujetos. Lamentablemente las relaciones humanas en la ciudad no se distribuyen entre buenos ni malos, ni entre mejores o peores. Solo intento aplicar un tipo ideal de relaciones corporeo/sociales con las cuales podamos entendernos mejor solidaria y democráticamente. Sigamos.
En segundo lugar, un factor determinante relacionado con aquellas molestias que nos aquejan en ciertas ocasiones tiene que ver con el conocimiento consciente que poseamos de nuestro cuerpo físico y de nuestra capacidad de controlarlo. La falta de control de nuestras "extremidades" no es nada mas ni nada menos que el desconocimiento que tenemos de la sutileza o la fuerza, de la velocidad, de la tensión, del uso que hagamos de nuestro cuerpo y del manejo del espacio en que nos situamos cuando nos relacionamos con los otros.
Estos dos elementos son imprescindibles para reconocer dolores que a veces sin duda van más allá de lo corporal; un problema somático solo surge en un cincuenta por ciento por factores construidos por el sujeto en su aparato psíquico, la otra mitad la conforman sus problemas externos contextuales como su sobrevivencia o sus necesidades de mejorar su nivel de vida.
La forma en que vivo entre los demás, las cosas que digo y hago en relación a los demás, la confianza, el uso de la fiesta como rito de colectividad lúdica, la seguridad que me dan los otros a través de mi propio proceder forman parte de factores claves a la hora de integrarme y ser quien quiero ser en aquel grupo al que pertenezco. Estos argumentos dicen relación directa con el vínculo entre los sujetos y su participación democrática; ser ciudadano en toda su extensión, aplicando para el sujeto y para el grupo todo lo que este concepto significa,[2] permitirían no solo sanarme corporalmente, sino también integrarme, participar e incidir socialmente, lo cual formaría parte del comienzo de la sanación de aquel micro grupo al que pertenezco.
La precaria investigación y bibliografía relacionadas con el comportamiento corporal social forman parte de uno de los factores que lamentablemente se han separado de las teorías clásicas de comunicación ubicando a la palabra y el pensamiento racional como los ejes principales de ésta. El cuerpo visto como una masa física y material posee una vieja sabiduría de la que hablan los orientales y nuestras culturas originarias, y de las cuales tenemos mucho que aprender. Sin ser darwinista, la historia nos muestra que el cuerpo se ha sabido incorporar adecuar y relacionar colectivamente, pero también ha evolucionado culturalmente en este proceder.
El cuerpo en el ámbito de la acción social
El cuerpo en el ámbito de la interacción social se trasforma en un instrumento de comunicación muy importante que vale la pena analizar, pero también se debiera comenzar a practicar como lo que es, un instrumento de armonía al que - haciendo analogía - debiera buscársele todas sus notas musicales y mezclarlas infinitamente.
El Interaccionismo Simbólico como una de las excepciones a lo antes mencionado, nos habla de ciertas medidas que se establecen en las acciones prácticas que se llevan a cabo entre los sujetos - el espacio íntimo; el espacio privado, el espacio social y el espacio público - las que permiten desde una mayor confianza y acercamiento, hasta la lejanía total entre ellos.
Esta tipología espacial que en la práctica va desde las relaciones mas intimas (sexuales, caricias) hasta aquellas publicas en las cuales nunca se ha relacionado un sujeto con otro a pesar de estar en un mismo sitio (transeúntes), son relaciones que se manifiestan cada día, a cada momento y por todos los seres humanos que viven en una ciudad, por lo tanto vale la pena conocer lo que manifiesta dicha teoría acerca de sus contenidos y practicarlos, pues significan una forma de entenderse, integrarse y participar del espacio público; es por tanto, una forma de conocer conscientemente donde estamos ubicados en el espacio social y político que nos rodea.
Esta perspectiva espacial y corporal de transformar un criterio de observación y percepción inconsciente a uno consciente de los lugares donde nos desenvolvemos día a día, nos ayudaría - como ya lo hemos mencionado - a identificar aquellas molestias que absorbe nuestro cuerpo en relación a la acción entre las personas, pero además - y lo que me parece mas pertinente de esta afirmación - nos permitiría identificar algunos caminos que nos llevan equivocadamente a desconfiar del "otro", entender que somos capaces en definitiva de tener un discurso político ideológico, - más allá de aquel reducido discurso partidista - con el cual defendernos y empoderarnos del espacio que habitamos y ocupamos en la ciudad, no solo desde la palabra, sino desde nuestra corporalidad. Hoy la concepción de un "otro" externo profundiza la desconfianza y la violencia en nuestras relaciones y esto repercute ostensiblemente en nuestros cuerpos y nuestras tensiones diarias, son finalmente una clara expresión social que se generaliza en el Sistema Mundo actual.
Finalmente, entender que salirse de la normativa - aquella que no llega a perjudicar seria y violentamente al otro - en algunas ocasiones no resulta tan terrible cuando se manifiesta, ni tampoco como lo estipula el Estado de Derecho proveniente de la cultura dominante. La irracionalidad provoca ciertas circularidades sociales instalándonos tal vez fuera de los márgenes de la ley, la moral y las buenas costumbres, pero al mismo tiempo y según lo ha señalado la historia, cierta irracionalidad se encarga en forma coherente de escribir los capítulos más interesantes de la rebeldía humana y los cambios sociales.
El cuerpo, instrumento ideológico - político
Entender que el tejido social y el accionar de las personas y grupos se construyen con una gran variedad de formas de lenguajes y símbolos, formas de expresión y representación humanas, y principalmente con el amor como una forma racional del lenguajear humano[3], sería entender nuestra circularidad, sería comprender que el control racional normativo no es la única regla para relacionarse.
Tal vez la razón occidental nos ha instalado en un lugar común y de entendimiento que soslaya la verdadera esencia del ser humano, su libertad[4], y en su reemplazo, muchas libertades se han expresado por boca del ser humano, en especial lo relacionado con su conocimiento y éste en relación a la cristalización de su auto control. Hoy nos entendemos relativamente bien, pero ¿somos realmente libres?. Una parte fundamental de nosotros - nuestro cuerpo - ha sido cercenada por el bien universal, el del conocimiento racional, como bien lo menciona Foucault aludiendo al dispositivo de sexualidad. Así, mientras que la complejidad del conocimiento ha vencido a aquella sencillez tradicional de relacionarse por que sí durante este pequeño y convulsionado período histórico de posmodernidad, ha sucedido en gran medida debido a aquella carrera inagotable de curiosidad contenida en cada uno de nosotros en donde se ha privilegiado la comprensión del saber por la comprensión del sentir.
Existe un desconocimiento de nuestras herramientas de comportamiento instintivo y corporal que han sido relegadas y denominadas inconscientes e irracionales a la hora de manifestarse en la normativa social. A éste tipo de relaciones me he atrevido a llamarlas circularidad social, o circularidad del comportamiento corporal social.
Este menosprecio teórico por parte de la sociología en relación a la complejidad de nuestro cuerpo en sociedad, y acompañado indiscutiblemente por la religión católica, arrincona, disemina y paraliza a nuestros cuerpos como promotores de la acción social y se subyuga al discurso político de control institucional.[5]
Reconocer nuestro cuerpo y todo su potencial simbólico es un peligro para las sociedades y grupos que se sienten dominantes; por lo mismo, entender el comportamiento del cuerpo en el espacio público resulta una necesidad urgente para establecer una forma política de reincorporarse a nuestra sociedad desde una trinchera distinta, reconociendo e instalando nuestro cuerpo desde una perspectiva realmente democrática y de esta forma sentirse parte de una unidad o de un pequeño universo llamado ciudad.
Jorge Bozo / Santiago noviembre 2004.
[1] Sociólogo, Magíster C Sociología, Diplomado en Juventud, Actor y Pedagogo Teatral. Ha coordinado distintas iniciativas de formación artística y gestión cultural con agrupaciones juveniles y con estudiantes de liceos en la ciudad de Santiago. Actualmente se desempeña como profesional en la Unidad de Ciudadanía Inclusión y Cultura Juvenil del Nivel de Enseñanza Media del Mineduc. E-mail: jorge.bozo@mineduc.cl
[2] Cristian Vives; Documento de Posición, "Para soñar y construir conversemos sobre participación". Fosis 1999.
[3] Maturana, Humberto; "Emociones y lenguaje en educación y política".
[4] Aaron, Raymond; "Ensayos sobre las libertades".
[5] Foucault,
Michel; "Vigilar y Castigar".

