LA CIRCULARIDAD SOCIAL II; un dialogo con Jurgen Habermas
Jorge Bozo M
RESUMEN
Los próximos párrafos vuelven a la idea conceptual de Circularidad Social esta vez en un fecundo dialogo con el pensador alemán Jurgen Habermas. En este debate se articulan dando sentido a las circunstancias de búsqueda del comportamiento corporal en la sociedad, conjugando el parámetro de la construcción y el mundo de la vida a los cuerpos in-corporados en permanente circularidad.
Dos son las hipótesis en juego, la primera, el cuerpo en su circularidad interactiva y dinámica es también posible de mirar a través de sus simbologías expresivas y mediciones propias que obliga a la transdisciplinar, en segundo lugar, el cuerpo posee una memoria propia que va mas allá de la mera interpretación racional, física y material de su ser en sociedad.
PALABRAS CLAVES: Circularidad Social, Mundos de Vida, Racionalidad Instrumental.
Introducción
Para abordar la Acción comunicativa y los Mundos de Vida de Habermas, es necesario hacerlo desde un ejercicio práctico, como bien menciona el autor en su proceso reflexivo y metodológico. Para esto incluyo un concepto desarrollado por quien suscribe en un paper anterior que puede llegar a producir interesantes preguntas y también polémicas en el campo conceptual; la circularidad social, como la capacidad irracional del comportamiento corporal desplegada principalmente en el espacio urbano; circularidad vinculada directamente con la acción social de los sujetos.
La concepción tradicional de anomia desprendida del análisis dukheniano y posteriormente por Merton, menciona en su eje estructural a la desviación o ruptura de las normas sociales por parte de los sujetos y la incapacidad del Estado para orientar las conductas de los sujetos. Instalar la circularidad social, o las acciones de los sujetos desde sus cuerpos que se desvían de la norma, es el un ejercicio analítico que aquí se propone abordar. Es una dimensión del sujeto poco explorada en los comportamientos sociales a propósito de los cambios estructurales y globales del último siglo.
Cual es la cuestión aquí: definir algunas líneas analíticas que permitan ir construyendo matrices mensurables de las acciones corporales de los sujetos sociales. La generación de conocimiento desarrollada hasta ahora surge principalmente de análisis centrados en categorías cognitivas del sujeto y su acción social, es decir, desde la racionalidad (mente) de los sujetos. Por su parte, los cuerpos son meros transportadores de una cabeza desde donde se desprendería todo lo relativo a la subjetividad humana convertida en razón, un conocimiento centrado en el aparato lógico cognitivo.
Las dos hipótesis en cuestión que se presentan dicen relación con;
a) el cuerpo sería un campo simbólico en si mismo, más allá de la conciencia mentada de los sujetos; es un campo en permanente tensión y disputa - desde el análisis social - con las dimensiones racionales del mundo de la vida que requiere ser abordado a través de mediciones y criterios propios a ésta dimensión de las acciones de los sujetos (discursos gestuales, expresivos, emotivos);
b) el cuerpo humano es un dispositivo que contiene una memoria propia instintiva que no dialoga - en el campo analítico - desde sus dimensiones integrales (razón, emoción, sexualidad, creatividad, espiritualidad) relegando aspectos esenciales del sujeto al mundo de la metafísica - por un lado - y al mundo de la naturaleza biológica por otro.
Desde esta línea base argumentativa se pretenden abordar los mundos de vida analizando los comportamientos de los cuerpos de los sujetos en la acción cotidiana y desde una perspectiva histórica desplegada, desde lo privado y lo público.
Los comportamientos del cuerpo humano y su relación con los espacios material y social se han construido de manera mecánica e instrumental frente al mundo cultural dado. Así, el estudio del cuerpo en sociedad y sus posibilidades de despliegue, afectivas, expresivas, creativas e instintivas, respecto de los elementos - sujetos y objetos ubicados en el espacio - se presentan en el actual estado social de una manera - podríamos decir - automática e instrumental dada la mecánica adquirida durante el proceso vital y de lo cual no tenemos suficiente conciencia.
Somos sujetos que habitamos un cuerpo que se expande a sociedades modernas esquematizadas y funcionales, cuerpos de sujetos profundamente enquistados y atomizados en una visión racional/ instrumental del mundo de la vida, donde los actos de habla comunicativos se instalan preferentemente - para el análisis social - desde los estados mentados por sobre otras dimensiones y capacidades interaccionales que poseemos como sujetos de acción; por ejemplo la identidad, las emociones y lo in-corporado, esto último, como aquello materializado y simbolizado en una mente, pero también en un cuerpo como masa corpórea que es resultado histórico de una naturaleza y una cultura.
En este punto es importante mencionar el interés emancipador que incluye Bourdieu en su propuesta teórica desde la perspectiva kantiana, interés que coloca en tensión las relaciones del sujeto y la sociedad que supone la libertad del hombre en todas sus dimensiones (capitales), pero desde un cuerpo centrado en su conciencia mentada, sujeto - por un lado- que se constituye recibiendo las cosas del mundo externo y - por otro lado - que construye subjetividad propia aportandola a este mismo mundo de la vida. Aludiendo a Marx, la emancipación se tensiona frente a la permanente adecuación y moldeamiento social al que se debe ajustar el sujeto con sus capacidades de conciencia para sí; especialmente adecuaciones en las dimensiones cognitiva y corporal.
Esta primera entrada permite apreciar cuerpos modernos de los sujetos como materia construida entre lo natural y lo social, primera imagen empírica y simbólica que proyectamos al mundo de la vida, puente producido entre los sujetos generalmente en forma inconciente, forma traducida desde un dispositivo corporal que aporta a los actos de habla - por lo general verbales -, en definitiva el cuerpo como un dispositivo clave de la acción comunicativa. El abordaje analítico de los cuerpos desde las ciencias sociales y en particular desde la sociología se ha realizado preferentemente desde la retórica verbal de los actos de habla, es decir, desde los discursos y perspectivas cognoscitivas del mundo. Contradictoriamente el cuerpo aparece como el cuerpo discursivo mismo de la interacción social, dispositivo simbólico que en sí mismo contiene significados y significantes suficientes, tanto de interpretación para actos perlocutorios o ilocutorios, como actos íntimos del mundo privado.
Una herramienta conceptual interesante que incluye Habermas para el análisis social es el parámetro de la construcción de la vida. Este cuadrante esquemático - que seguiremos en más - centra nuestra existencia personal y social como un escenario complejo que permite diferenciar los distintos mundos donde se construye el mundo de la vida de los sujetos y su ubicación en el espacio social histórico, y el tiempo fenomenológico donde se despliega. Para articular el eje de nuestro ejercicio teórico entre la circularidad social y el mundo de la vida es necesario abordar los contenidos de esta propuesta del autor quien plantea que esta construcción del mundo de la vida se estructura en dos grandes ejes; el escenario social y la dimensión temporal de la existencia. El primero incluye una dimensión privada y publica, mientras el segundo contiene las dimensiones de trayectoria histórica entre pasado y futuro.
Al igual que la anomia supone linealidades estructuradas como normas estructurantes que dominan al sujeto, la circularidad y muchos círculos unidos, proponen inconclusos, incertidumbres y subjetividades, líneas sin una proyección definida ni en sus principios ni en sus finales.
Si llevamos este ejemplo a la acción de los sujetos imaginando que la comunicación o la interacción social - como se manifiesta en nuestras sociedades en la actualidad - son líneas claras y conocidas por todos, es decir, normas, funciones y roles entendidos y aceptados por todos, acciones de racionalidad instrumental de acuerdo a reglas, pero que definirían a priori las formas en que los sujetos se individualizan; las circularidades sociales, por el contrario, serían aquellos desvíos corporales apartados de la norma, todo aquello que coloca en tensión desde nuestros cuerpos nuestra moral y nuestra cultura colocando límites auto construidos desde la subjetividad y desde los modelos culturales entre unos y otros. Lo que está fuera de estas normas sería parte de esta "irracionalidad social o circularidad de la acción social, desplegado en forma de cuerpos/masa objetiva.
Dimensión privada; pasada y futura
En el transcurso de la vida el desarrollo cultural de nuestro cuerpo responde a normas y reglas que conforman un cuerpo de-formado dispuesto según modelos culturales y estructuras institucionales construidas para este modelamiento, que como menciona Foucault, en el dispositivo sexual, se trataría desde una perspectiva histórica de "un cuerpo truncado, vigilado y castigado como eje de la atención del poder" y desde los inicios organizativos de la conformación del sujeto; la familia y las estructuras institucionalizadas de nuestro modelo occidental, léase, Estado, Religión, Mercado, Medios de Comunicación.
A lo largo de nuestra existencia se nos rotula según edad, sexo y capitales adquiridos para ocupar distintos campos en disputa en el mundo social, campos que en el análisis conceptual excluyen al cuerpo como referente simbólico; mientras en los mismos campos sociales cotidianos, vemos cuerpos en disputa permanente y tensionados a partir de sus despliegues afectivos, instintivos, creativos/estéticos, ésta ultima dimensión de profundo impacto en las nuevas generaciones, relegada a una élite sociocultural cuyos productos creativos/estéticos también se deben adecuar a la cultura imperante.
Nuestra proporción constructiva de identidad y potencialidad expresiva desde nuestros cuerpos se limita a procesos reflexivos internos del sujeto en al ámbito privado que en muy menor medida se proyectan al mundo social. Una vez que logran cruzar la barrera privada se instalan en lo publico como cuerpos instrumentalmente adecuados a un modelo dicotómico, con pocos matices posibles; goce/dolor, alegria/ tristeza, etc. La construcción permanente de tensiones emocionales que se producen necesariamente en las relaciones sociales desarrolla con el tiempo cultural una memoria corporal in-coporada situada en un profundo encierro, una jaula de hierro que encierra la libertad corporal objetiva del sujeto en contexto de Modernidad. La circularidad social como la anomia de los cuerpos subjetivos se invisibiliza en el espacio publico y también en el privado, y a decir de Herbert Mead, sus comportamientos (gestualidades discursivas), se van conjugando en espacios escalares concadenados y permitidos, tanto por las instituciones, como los distintos grupos sociales; espacios íntimos, privados públicos y sociales desplegados según la capacidad de interpretación y conciencia que poseen los sujetos.
El campo de lo privado situado en el pasado instala a los cuerpos en un permanente proceso de construcción cultural de la masa objetiva (discursos y gestualidades corporales: brazos, caras, piernas, modos de caminar, de hablar, etc.) que definen al sujeto y lo van situando en una trayectoria que en una fase de la experiencia vital (niñez) le permite el despliegue de ciertas potencialidades, sin embargo entrada la adultez, este descubrimiento del cuerpo se ve cercenado y limitado a la instrumentalizacion racional de la acción social. Posteriormente en el proceso de envejecimiento se mantienen fundamentalmente las dimensiones afectivas del desarrollo personal, disminuyendo así - desde la apropiación de los cuerpos- otras dimensiones instrumentales; capacidades mentadas, productivas, sexuales y corporales. Quedan "fuera de uso aquellos ejercicios sólo posibles y efectivos para el modelo racional desde un cuerpo-masa olvidado, pero ya no por la normativa social o institucionalizada, sino desde los propios sujetos con un cuerpo humano que ha cumplido cabalmente la norma moral y cultural establecida como una linealidad social".
En esta parte del parámetro habermasiano se articulan universos ricos para el análisis; por un lado experiencias personales instaladas en el pasado como hitos de nuestro crecimiento mentado, y por otro lado experiencias personales corporales como un retroceso en sus posibles potencialidades expresivas. Se trataría de un tiempo pasado que acumula nuestro saber cognitivo construyendo la personalidad, pero que relega a la vez el acumulado corpóreo. Lo anterior responde al mundo privado, privativo de cada cual y al que tienen privilegio de acceder sujetos exclusivos de nuestra confianza. En resumen una comunicación afectiva por medio de relaciones amorosas donde el cuerpo se desarrolla preferentemente en la dimensión sexual y afectiva instalando una memoria propia conjugada con aspectos afectivos de la ternura, y la pasión corporal como ejemplo. Hay que mencionar que las dimensiones emotivas y sentimentales instaladas en desarrollo humano no gozan en nuestro modelo cultural de muy buena reputación.
Por otro lado la dimensión privada también incluye un ámbito de expectativas futuras establecidas como proyectos de vida, donde nos instalamos proyectando nuestras vivencias personales desde lo privado hacia el futuro; nuestros "desempeños", laborales, familiares, profesionales, en definitiva el horizonte que visualizamos de nosotros mismos en el tiempo. Esta acción "imaginativa" nos lleva a situarnos fantasiosa e ilusoriamente en campos sociales futuros como actores, pero donde no imaginamos a nuestro cuerpo expresado y desplegado como dimensión propia; no nos preguntamos ¿cuanto desarrollaremos nuestra expresividad, nuestra gestualidad, nuestra creatividad? Las preguntas que surgen en proyección futura aluden más bien a las dimensiones racionales instrumentales; ¿con quien estaremos?, ¿Qué familia compondremos?, ¿qué trabajo haremos? ¿Qué tipo de casa tendremos?, etc., Se trata de una imagen "natural" que instala a las imágenes futuras desde nuestras capacidades racionales sin imaginar a nuestro cuerpo con las distintas dimensiones sociales dejando afuera el proyecto de nuestro cuerpo en el mundo de la vida.
Desde esta matriz los actos del habla en la carrera vital del cuerpo - como transportador eterno de una cabeza que lo define todo -, la acción social en los mundos de vida están mas bien vinculados a medios a fines que acciones comunicativas, utilizando estrategias instrumentales de adecuación obligada por las normas y la moral. G. Bataille instala una trasgresión posible que tensiona los análisis tradicionales de la ciencia, instalando un profundo contenido filosófico compartido - posteriormente - por autores como Derrida y Foucault, quienes instalan al cuerpo como una dimensión ocultada a la dimensión social y sólo utilizada para la acción comunicativa en el ámbito sexual, dispositivo hasta ahora cercenado por el mercado de bienes y el poder del Estado. Estos parámetros de desarrollo corporal en toda su extensión estimulan y fortalecen el argumento hasta aquí expuesto en relación a la circularidad social desde la perspectiva conceptual del parámetro habermasiano, que va desde un punto de vista histórico, espacial y subjetivo, en torno al comportamiento de nuestro cuerpo y su vinculo inexpugnable con una otredad que está afuera, en lo publico.
La historia colectiva: el mundo pasado público
Como vemos tenemos hasta ahora una trayectoria entre un mundo privado de vida con vivencias personales instalado en el ámbito privado con el pasado, y proyectos de vida en relación al futuro. Pero el despliegue de la circularidad social, es decir, el comportamiento irracional de los cuerpos subjetivos objetivados y articulados socialmente se manifiestan también en el mundo público, o de historias colectivas construidas desde la dimensión cultural, donde los sujetos en grupalidades y a través de un recorrido histórico instalan formas de actuar, sentir y hacer que dan cuenta de manifestaciones diversas y símiles entre distintos grupos a través de la historia.
Estos eventos históricos de manera colectiva impactan directamente en los sujetos y en su desarrollo, experiencias culturales y sociales, tanto desde los ámbitos del lenguaje, como de los distintos mecanismos técnicos con que se aplican en el mundo de la vida. Las historias colectivas produjeron en el pasado las crisis estructurales que permitieron los grandes cambios para avanzar o retroceder - según el análisis que se haga - en el desarrollo o progreso de los mundos de vida de los sujetos en el futuro, determinó las estructuras donde se relacionarían así como los dispositivos sesgantes o articuladores que nos diferenciarían u homologarían.
Para esta dimensión vemos los cuerpos de los sujetos también en franco desarrollo - por un lado - desde una perspectiva histórica - vemos sociedades diversas que estructuran al sujeto y a su cuerpo desde la etapa Tradicional hasta las etapas Modernas (Durkheim), como formas de relación desde una solidaridad mecánica a una solidaridad orgánica, que desde la posmodernidad se observan con variantes radicales. Por ejemplo desde una perspectiva biologicista no siempre la calidad de vida de nuestros cuerpos fue igual; la institucionalización de la salud ha aumentado las tasas de vida en un 50%, es decir, de un promedio de 35 años de vida que existía hace dos siglos, el promedio de vida ha aumentado hasta los 65 años en la actualidad. Del mismo modo y desde una perspectiva simbólica, podemos ver que las manifestaciones estéticas - hoy como eje de las representaciones simbólicas y gracias a los medios de masa -, permiten intercambiar gustos y estilos de vida fácilmente con accesos posibles a propósito de las distintas técnicas de acción comunicativa. El paso de una sociedad tradicional a sociedades modernas y complejas incluyen cambios severos en la función y sentido de nuestros cuerpos, tanto en su despliegue en el mundo privado como en el espacio publico.
Retomado nuestras hipótesis de circularidad social, nuestros cuerpos han variado radicalmente en lo esencial, respecto de su despliegue al mundo y a los colectivos sociales, se han ido transformando en racionalidad misma, sujetos que en sus modos de relación dejan fuera aspectos holísticos de desarrollo integral, por tanto, cuerpos instalados como objetos y reproductores de una cultura centrada en una racionalidad de la imagen, y en sociedades que persiguen la formación y amoldamiento de cuerpos aptos y dispuestos para la reproducción del mercado de consumos y los medios de producción, éstos últimos, como patrones culturales centrados en la técnica de la reproducción, o dicho desde Habermas, desde la acción instrumental para la producción económica y el consumo de bienes, tanto objetivos como simbólicos.
El cuerpo - desde las ciencias - no es más que un envoltorio, peón del desarrollo cognitivo del sujeto que en el ultimo periodo histórico se instala como eje fenomenológico producto inducido tanto por el desarrollo de las ciencias naturales ( positivismo) como de las ciencias sociales, dejando poco a poco, dimensiones históricas vinculadas a ritualidades como producto de estructuras culturales con sentido mitológico, especialmente aquella importancia mágico/práctica que le daban a nuestros cuerpos las comunidades indígenas en su estructura social y su conexión mitológica.
El resultado de estos procesos de profunda inquisición corporal y a la vez despliegue racional mentado permite pensar que nuestra historia colectiva en el pasado ha desarrollado mundos de vida centrados en actos de habla, que desde los cuerpos no encuentra en la modernidad eco analítico, es decir, actos comunicativos en los mundos de vida actuales que dejan fuera aquellas dimensiones históricas que forman parte central del proyecto humano; cuerpos instintivos, cuerpos creativos, cuerpos sexuales; esto probablemente por que para las grandes construcciones teóricas y estructuras sociales en de los últimos siglos, dichas dimensiones forman parte de la irracionalidad o anomia corporal, que finalmente coloca esta discusión en el rincón de lo desconocido.
Del futuro de la sociedad humana, de las utopías y proyectos colectivos está construida la ultima de las dimensiones que propone el parámetro de construcción de la vida de Habermas. Desde lo público y del futuro, nuestra imagen se proyecta desde el presente hacia sociedades deseables y deseadas, construidas por medio de la acción imaginativa. Esta dimensión de trayectoria permite fantasear, imaginar, centrándose en el cambio y mejora del presente que viene desde el pasado.
Son las utopías humanas creadas desde lo colectivo. Esta dimensión intuitiva y creativa - contradictoriamente - juega un rol central, es decir, si tenemos una sociedad construida en base a conocimientos teóricos y empíricos provistos de conocimiento lógico y también fenomenológico, se plantea deducir, imaginar, crear mundos de vida futuros, utilizando la matriz intuitiva y creativa que están hasta ahora en manos de las comunidades científicas y la política publica como racionalidad técnica, conocimiento inalcanzables a la mayoría de los sujetos. Por otro lado vemos a los sujetos interactuando cotidianamente a través de una relación permanente con otros, imaginando, creando sueños inalcanzables, desde el sentido común donde los proyectos de vida posibles solo permiten instalar dimensiones creativas, intuitivas al nivel de sueños irrealizables.
Una critica al mundo de la técnica es la inclusión en los últimos 50 años de los dispositivos de comunicación social, medios de información donde actualmente se concentran las acciones comunicativas de toda índole; económicas, culturales y sociales, desplegadas en nuevos espacios de tipo virtual que reducen las presencialidades y por tanto el contacto corporal cara a cara de los sujetos en la acción. Estos dispositivos desenvueltos en un espacio temporal de uso para las relaciones sociales - también fenomenológico - indican proyectos futuros de vida (utopías) diversos, dispersos y fragmentados. Dos posibles estimaciones podrían esperarse de las hipótesis planteadas en párrafos anteriores:
- Un mundo de vida futuro donde las relaciones sociales se concentran a través de medios técnicos que van a facilitar la inmediatez comunicacional, pero con sentido práctico; Internet a la base del tiempo invertido para los actos de habla donde la acción es instrumental dejando afuera principalmente las dimensiones afectivas y emotivas. Aquí los cuerpos tenderían a la desvinculación y rompimiento del tejido social tradicional desvinculando la acción social de la manera acostumbrada (de las grandes masas presenciales en el espacio publico), para pasar a jugar un rol sumamente pasivo y diverso, hacia el mundo privado, tanto desde la calidad y estilos de vida saludablemente corporales, hasta la exacerbación del aparato cognitivo.
- Un mundo de vida futuro concentrado en espacios para la productividad económica con instrumentos que facilitan dichos procesos desde técnica virtual, impidiendo estos mismos espacios la presencialidad corporal. Pero por otro lado, espacios sociales privados y públicos que se abren para contenedor sentidos comunicativos donde el cuerpo libera sus potenciales creativos, expresivos, instalados en los tiempos de ocio privado y público.
Con la imagen del mundo de la vida como matriz racionalizadora, en la actualidad el cuerpo se mantiene como el primer articulador simbólico - la imagen es todo - visto desde la circularidad social, pero transformado en la actualidad en pura racionalidad instrumental, tanto para el desarrollo individual como para el estado del arte social. El deber ser corporal objetivo en un acto de habla deviene del cotidiano y supera por el solo hecho de la presencialidad a la subjetividad y al desear ser. Siguiendo a Weber y el desencantamiento del mundo encontramos un sin sentido de la expresión social e individual desde los cuerpos corpóreos donde explotan el fetichismo y el nihilismo exacerbados en el mundo de la vida como proyecto futuro; se nace para tener una tipología que se debe alcanzar para la aceptación social. Las contradicciones se mantienen justificando la circularidad social en un proyecto futuro del mundo privado pues desconcentran y fragmentan las dimensiones integrales de los sujetos (mentales, emocionales y corporales) expresadas en el mundo social.
Tal vez la razón occidental nos ha instalado en un lugar común y de entendimiento que soslaya la verdadera esencia del ser humano, su libertad, y en su reemplazo, muchas libertades se han expresado por boca del ser humano, en especial lo relacionado con su conocimiento y éste en relación, por ejemplo a su auto control corporal. Hoy nos entendemos relativamente bien, pero ¿somos realmente libres?, ¿conocemos las potencialidades de nuestros cuerpos en forma integral? Aunque no es mi afán - dado que es imposible - revertir la historia dinámica, es bueno mencionar que mucho de esto podemos aprender de las culturas tradicionales.
Una parte fundamental de nosotros - nuestro cuerpo - ha sido cercenada por el bien universal, el del conocimiento racional, mientras que la complejidad del conocimiento ha vencido a aquella sencillez tradicional de relacionarse por que sí durante este pequeño y convulsionado período histórico de posmodernidad, ha sucedido en gran medida debido a aquella carrera inagotable de curiosidad contenida en cada uno de nosotros en donde se ha privilegiado la comprensión del saber por la comprensión del sentir. Existe un desconocimiento de nuestras herramientas de comportamiento instintivo y corporal que han sido relegadas y denominadas inconscientes, irracionales y hasta sospechosas frente a la razón, a la hora de manifestarse en sociedad. A éste tipo de relaciones me he atrevido a llamarlas circularidad del comportamiento corporal social.
Finalmente no solo la producción fenomenológica de los mundos de la vida dan cuenta de la construcción analítica que aporta Habermas a la discusión social; también esquemas que ayudan al abordaje más empírico a través del parámetro lógico para entender una serie de temas. El afán de lo antes mencionado en articular estos enfoques teóricos, incluyendo la dinámica de los procesos que vivimos cotidianamente a través de nuestros cuerpos, es relevar precisamente esta dimensión del sujeto en el análisis sociológico, cuestión abordada especialmente desde la psicología humanista y muy esporádicamente por la antropología.
Jorge bozo
Julio/2009